Comentaba hace unos días que la competición futbolística de este año ha sido muy dura y que muchos jugadores llevan en sus piernas una gran carga de trabajo y muy pocos días de descanso. Se ha terminado la Liga y rápidamente la concentración de la Selección, sin que los jugadores hayan podido saborear un tiempo prudencial de descanso y olvidarse del entrenamiento, del olor a linimento del vestuario y poder disfrutar de una quietud física y psicológica, cuando sin darse cuenta, están de nuevo inmersos en la vorágine del Mundial. Más viajes, más madrugones, esperas en los aeropuertos, cambios de horarios de las comidas, cambios de ritmo circadiano sueño-vigilia, más partidos amistosos, más entrenamientos. No es pues de extrañar que por muy buena y metódica que sea la planificación del seleccionador, haya lesiones de índole menor, antes de iniciar el Mundial.

Pero cuidado en no minimizar estas lesiones, ya que el afán de estar presente desde el principio en el equipo titular puede acarrear un agravamiento de la lesión y un adiós al Mundial. Y esto va tanto por Iniesta como por Xabi Alonso. Seamos pues optimistas pero no estemos exentos de prudencia. Nos dan como favoritos en todos los sitios. Pero cuidado que la sobrevaloración del deportista y su entorno pueden provocar, una disminución importante del umbral del estímulo óptimo, aspecto este, fundamental para conseguir el objetivo final. Y éste es precisamente ser campeones del mundo.