Cuando un deportista compite en altitudes superiores a 2500 m., disminuye la presión atmosférica y esto conlleva una disminución de la presión de oxigeno y la consecuencia directa en la disminución del oxígeno utilizable. El organismo se defiende aumentando la ventilación pulmonar (hiperventilación) y el número de latidos cardiacos. Todo ello va a dar lugar a una disminución del rendimiento aeróbico del deportista.

Los síntomas iniciales mas frecuentes son:

  • Mareos, cefaleas, cansancio e insomnio.
  • La temperatura disminuye a igual que la humedad relativa del aire produciendo rápidos signos de deshidratación.
  • Hay un aumento de las radiaciones solares pudiendo producir con frecuencia quemaduras solares e inflamaciones oculares varias.

Estos cambios climáticos representan por si solos un considerable stress fisiológico que con frecuencia se subestima.

Ante esta circunstancia para competir en estas altitudes se pueden adoptar dos conductas diferentes:

  • Primera: Competir nada mas llegar, dentro de las 72 horas primeras para evitar los efectos de la acomodación.
  • Segunda: Tratar de adaptarse a la altitud mediante el entrenamiento, para adecuar el organismo de la situación de hipoxia.

Este entrenamiento requiere un mínimo de 2-3 semanas.

Si es cierto como dicen algunos deportistas y dirigentes, que también se compite en áreas con excesivo calor, con excesiva humedad, gran lluvia e incluso en zonas de frio aterrador. Pero podemos afirmar, que ninguna de estas circunstancias se pueden comparar a competir en altitud, sin estar aclimatado. Y la adaptación del organismo, para obtener el mismo rendimiento deportivo y no desencadenar problemas para la salud, precisa un mínimo de 2-3 semanas de entrenamiento en altura, con el costo y dificultades que ello conlleva.

En consecuencia debemos decir que los estudios de la FIFA no son caprichosos y no están exentos de razón.