Antiguamente, cuando los inviernos eran mas duros, se entrenaba en los mismos campos encharcados donde el domingo se disputaba el partido de Liga. Entonces, había más cuadros de pubalgia. Los tratamientos médicos y preventivos no eran tan eficaces como hoy día y había que recurrir con frecuencia a la intervención quirúrgica para solucionar el problema. Las técnicas quirúrgicas han cambiado también, pero la duración del cuadro es la misma.

Después de la operación hay que iniciar una pronta movilización, tanto pasiva como activa, para evitar fibrosis cicatriciales. Hay que moverse pronto de la cama y comenzar a caminar a los dos o tres días. Después, hay que iniciar precozmente la etapa de rehabilitación entre el séptimo y el décimo día, con masajes, estiramientos y movilización de toda la encrucijada púbica. Punto tres: fortalecimiento isométrico e isotónico de todos los grupos musculares, tanto agonistas como antagonistas. A las tres o cuatro semanas ya puede estar haciendo trabajo progresivo, con bicicleta, carrera continua y gradas. A partir de la cuarta semana ya puede entrar de forma paulatina en la dinámica de equipo, aumentando la carga de trabajo físico de forma progresiva y desplazamientos cortos de balón, de tal forma que entre la sexta y la octava semana el jugador puede estar a disposición del entrenador con el alta.

Este es un protocolo que hemos seguido hasta la fecha con muy buenos resultados. Pero la medicina no es una ciencia exacta y en ocasiones hemos conocido casos que se han alargado más de tres meses desde la intervención.