El ciclismo es un deporte de gran exigencia física, que requiere esfuerzos de gran intensidad durante muchas horas, llegando en ocasiones al umbral del límite fisiológico y con escaso margen de recuperación entre las distintas etapas.

Ante este panorama deportivo, hay tres elementos que tiene gran importancia en el rendimiento del corredor:

Por un lado la recuperación física, mediante el adecuado descanso y un sueño reparador. Por otro lado la recuperación metabólica, mediante la recarga del glucógeno consumido. Hay que tener en cuenta que el organismo almacena solo unos 400 mg de glucógeno, de los cuales la mayor parte es en el músculo y un tercio en el hígado. El deportista bien entrenado puede llegar a almacenar unos 600 mg. Y finalmente la recuperación psicológica del día a día , no menos importante.

La alimentación del ciclista es fundamental y teniendo en cuenta que debe de competir en las grandes carreras durante casi un mes, es fundamental que sea variada, para evitar que pueda afectar psicológicamente y llegar al hastío y la desgana que provoca comer siempre lo mismo y que en ocasiones lleva a provocar una pequeña falta de apetito, que sería fatal para un ciclista.

Esta alimentación varia dependiendo de los diferentes momentos de la carrera y así tenemos:

Desayuno, normalmente es la comida de mayor aporte calórico que hace un ciclista. Se realiza unas tres horas antes de iniciar la etapa. Se ingieren hidratos de carbono de bajo índice glucémico, como pastas, arroces, patatas. Las tostadas con pan, cereales, yogur y proteínas con pavo, jamón York, aceite de oliva, mantequilla y queso también están presentes según los gustos de cada corredor.

Durante la carrera, nunca se debe de olvidar de comer y beber. Normalmente suele hacerse cada 25 kilómetros. Nunca hay que hacerlo en los tramos de máximo esfuerzo. Es más importante saber cuando hay que comer que lo que hay que comer durante la carrera. Si en una etapa tienes sensación de hambre o sed, ya es demasiado tarde. El organismo pagará el esfuerzo realizado y la pájara hará acto de presencia. En el transcurso de la etapa, la alimentación tiene que ser muy variada y así en los últimos tiempos tenemos las barritas energéticas y geles de alto índice glucémico. Glucosas, y maltodrextrina. Pequeños bocadillos de pavo o jamón york. Frutos secos, higos y todos aquellos alimentos de fácil digestión y de alto índice glucémico.

Después de la etapa hay dos fases diferentes en cuanto a la alimentación del ciclista. La primera fase es nada más terminar la etapa, donde el ciclista debe de rehidratarse de forma constante a pequeños sorbitos y si es posible en los treinta primeros minutos debe de aportar los nutrientes necesarios para favorecer la recuperación, en forma de barritas energéticas, papilla de frutas, pequeño bocadillo de proteínas, yogur o queso, para estimular la producción de insulina que va a favorecer la recuperación del glucógeno muscular. La administración de aminoácidos ramificados, para facilitar la recuperación del glucógeno, también es una práctica habitual.

Finalmente la cena, debe de realizarse antes de las nueve de la noche, para favorecer la digestión y no alterar la inducción al sueño, que es fundamental para un ciclista. La cena estará compuesta por pasta, arroces y patatas de primero, carne o pescado de segundo y postre variado.

Bebidas. Los ciclistas deben de tomar bebidas hipotónicas o en su defecto isotónicas, pero nunca hipertónicas, ya que la concentración de iones provocaría alteraciones digestivas en el ciclista.