El alcohol, no aumenta el rendimiento deportivo sino todo lo contrario, ya que está considerado como un gran depresor del sistema nervioso central y afecta de forma considerable a la función de la coordinación neuromuscular. Niveles altos de alcohol en sangre dan lugar a que un deportista tenga un menor tiempo de reacción ante una acción deportiva, menos fuerza muscular, menos resistencia y velocidad y por supuesto importante alteración en la coordinación muscular. Podemos afirmar categóricamente que el abuso del alcohol perjudica el rendimiento y está totalmente contraindicado en el fútbol.

El alcohol se metaboliza muy lentamente, motivo por el cual una noche de abuso en la bebida, afecta al rendimiento del deportista como mínimo las siguiente 24 horas.

Se sabe también que la ingesta de alcohol reduce los niveles de glucosa en sangre, siendo esta una de las causas de disminución del rendimiento físico en ejercicios de alta intensidad.

Tampoco es sano tomar unas cervezas después de la competición o partido ya que el alcohol tiene efecto deshidratante. Y esta costumbre está totalmente extendida.

Finamente conviene recordar que con mucha frecuencia el consumo de alcohol por parte de un jugador es una puerta abierta para el consumo de otras drogas mayores y así vemos como muchos cocainomanos, precisan previamente la ingesta de alcohol para posteriormente esnifar la cocaina.